La mayoría de los viñedos de Argentina están situados a gran altitud. Este país, que tiene 3800 km de largo, tiene varias regiones bajas, pero tiene la mayor parte de su producción de vino en el borde de los Andes.
Desde el norte, con provincias como Salta, Catamarca y Jujuy, con viñedos a 3300 metros sobre el nivel del mar, sobre La Rioja, San Juan y la destacada Mendoza, con viñedos entre 450 y 2000 metros sobre el nivel del mar. La cordillera que delimita estos viñedos es la Cordillera de los Andes.
La presencia de esta cordillera no sólo nos permite observar paisajes increíblemente únicos, sino también detener los vientos fríos y húmedos del Océano Pacífico y transformarlos en vientos más suaves y cálidos. Esto también le da una pureza única al aire que fluye a través de los viñedos.
Por otra parte, los valles y laderas creados por el surgimiento de los Andes, donde se encuentran los viñedos, tienen un carácter particular de sus suelos, en su mayoría aluviales, que pueden tener diferentes composiciones, que van desde grandes rocas hasta suelos arenosos o calcáreos con rocas más pequeñas. En cualquier caso, estos suelos son una parte fundamental de la historia de una cadena montañosa que se formó hace 100 millones de años y es la segunda cadena montañosa más alta del mundo después del Himalaya.
En general, la temperatura fluctúa 1 grado por cada 100 metros de altitud, lo que significa que la altitud es también un factor decisivo en el microclima de un viñedo. Del mismo modo, un viñedo de mayor altitud aumenta su exposición al sol, lo que hace que las pieles de las uvas se engrosen, dando a los vinos más color y tanino.
La altitud también permite una amplitud térmica óptima (es decir, la diferencia de temperatura entre el día y la noche). Este es un factor tan deseado por los vinicultores que permite que las uvas se expongan a una mayor radiación y temperatura durante el día y que descansen por la noche. Esto lleva a una mayor acidez en la fruta y una mayor concentración de aromas.
Por otro lado, el agua que compone los sistemas de riego de las viñas es agua pura, nutrida y cristalina de deshielo.
Aquellos a quienes les gusta beber vino y probar vinos de diferentes partes del mundo saben que el suelo, el clima y la mano del hombre que trabaja las vides hacen posible que cada botella sea diferente.
Los vinos argentinos de los viñedos de altura son generalmente vinos de gran complejidad aromática y sobre todo de gran cuerpo y estructura. Por supuesto, esta singularidad también se verá influida por otros factores: si la vid se encuentra en regiones con temperaturas frías o en otras más cálidas, en zonas con más o menos sol, así como por la variedad de uva elegida para la producción de vino. En cualquier caso, si prueba un vino de gran altitud, sabrá que está bebiendo algo diferente de todo lo que ha conocido. Vinos con historia, producidos en su mayoría en climas desérticos, con las más variadas técnicas y con la pasión de quienes ponen un pedazo de su corazón en cada botella.